Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA NOV 25 DE 2022

PAN DE PALABRA VIERNES

 

PRIMERA LECTURA. Del libro del Apocalipsis 20, 1-4.11–21, 2

Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo llevando la llave del abismo y una cadena grande en la mano. Dominó al dragón, que es la serpiente antigua, el diablo o Satanás, y lo encadenó por mil años; lo arrojó al abismo, encerró la llave y puso sellos encima, para que no pueda extraviar a las naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que estar suelto por un poco de tiempo. Vi también unos tronos y en ellos se sentaron los encargados de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente ni en la mano. Estos volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años. Luego vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. A su presencia huyeron cielo y tierra, porque no hay sitio para ellos. Vi a los muertos, pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron unos libros y se abrió otro libro, el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras, escritas en los libros. El mar devolvió sus muertos, muerte y abismo devolvieron sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después muerte y abismo fueron arrojados al lago de fuego –el lago de fuego es la segunda muerte–. Los que no estaban escritos en el libro de la vida fueron arrojados al lago de fuego. Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 83  –  R. Esta es la morada de Dios con los hombres.

  • Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R/.
  • Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. R/.
  • Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 21, 29-33

En aquel tiempo, expuso Jesús una parábola a sus discípulos: “Fíjense en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, les basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el Reino de Dios. Les aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El cielo y la tierra pasarán, pero mi palabra no pasará, dice Jesús. Esto, más que una profecía sobre la destrucción del universo entero, es una afirmación de la validez eterna del mensaje de Cristo. Su palabra eterna fundamenta la espera vigilante y activa, así como la esperanza confiada que elimina la duda y el miedo, la psicosis de seguridad y la obsesión morbosa por el cuándo, el cómo y el dónde. Es la cruz gloriosa de Cristo, su muerte y su resurrección, que son también las del hombre y el universo, abriendo paso a la nueva creación, al hombre nuevo, a los cielos nuevos y a la nueva tierra.

 

El mensaje apocalíptico de Jesús es de optimismo esperanzado. Así, la escatología bíblica y cristiana, además de la dimensión futura y última, tiene también la presente. La venida de Cristo y la presencia del reinado de Dios son realidad siempre actual en los acontecimientos de la historia humana que Dios guía para la salvación del hombre. Descubrir esto es la función gozosa de la vigilancia evangélica.

 

Jesús inauguró ya hace dos mil años el Reino de Dios. Pero todavía está madurando, y no ha alcanzado su plenitud. Eso nos lo ha encomendado a nosotros, a su Iglesia, animada en todo momento por el Espíritu. Como el árbol tiene savia interior, y recibe de la tierra su alimento, y produce a su tiempo brotes y luego hojas y flores y frutos, así la historia que Cristo inició.

 

Cayó Jerusalén. Luego cayó Roma. Más tarde otros muchos imperios e ideologías. Pero la comunidad de Jesús, generación tras generación, estamos intentando transmitir al mundo sus valores, evangelizarlo, para que el árbol dé frutos y la salvación alcance a todos.

 

En el Adviento, que empezamos mañana por la tarde, en vísperas del primer domingo, se nos exhortará a que estemos atentos a la venida del Señor a nuestra historia. Porque cada momento de nuestra vida es un “kairós”, un tiempo de gracia y de encuentro con el Dios que nos salva.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Nuestras obras están puestas al servicio de los hermanos para la gloria de Dios? ¿Descubrimos en los signos de los tiempos la presencia amorosa del Padre?

 

ORACIÓN FINAL: Líbranos, Señor, de todo mal y asístenos siempre para que, ayudados por tu infinita misericordia paternal, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo peligro y tentación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro salvador Jesucristo. Amén

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