Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 27 DE 2022

PAN DE PALABRA DOMINGO.

 

PRIMERA LECTURA. Del libro de Josué 5, 9a.10-12

En aquellos días, dijo el Señor a Josué: “Hoy les he quitado de encima el oprobio de Egipto”. Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó. Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas. Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 33  –  R/. Gusten y vean qué bueno es el Señor.

  • Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
  • Proclamen conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/.
  • Contémplenlo, y quedarán radiantes, su rostro no se avergonzará. El afligido invocó al Señor, Él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

 

SEGUNDA LECTURA. De la Segunda Carta carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17-21

Hermanos: Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo les pedimos que se reconcilien con Dios. Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él. Palabra de Dios.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3.11-32

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: “Ese acoge a los pecadores y come con ellos”. Jesús les dijo esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte que me toca de la fortuna’. El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada. Recapacitando entonces, se dijo: ‘Cuantos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros’. Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’. Pero el padre dijo a sus criados: ‘Saquen enseguida la mejor túnica y vístansela; pónganle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traigan el ternero cebado y sacrifíquenlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado’. Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó que era aquello. Este le contestó: ‘Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud’. Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Entonces él respondió a su padre: ‘Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado’. El padre le dijo: ‘Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado’”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: En las etapas de la historia de la salvación que seguimos en la primera lectura de los domingos, llegamos hoy a la primera Pascua que pudieron celebrar, gozosamente, los israelitas en su entrada a la Tierra Prometida, después de tantos años de peregrinación por el desierto.

 

Pero la característica principal del domingo 4° de Cuaresma, este año, es la parábola del hijo pródigo, en que Cristo retrata de un modo entrañable la figura de Dios y el camino de ida y vuelta de los pecadores para encontrarse, por fin, con la misericordia infinita del Padre. Vale la pena proclamar con énfasis, serenamente, esta página de Lucas a la que se ha llamado “el corazón del evangelio”.

 

¿Tenemos corazón misericordioso? Meditando en la parábola de hoy, cada uno de nosotros debería pensar con sinceridad en cuál de los tres personajes de la parábola se ve reflejado: en el hijo pródigo, en su hermano mayor o en el padre de ambos.

 

El padre aparece como una persona admirable, liberal, abierta. Accede a la petición del reparto de bienes. Concede a su hijo un margen de confianza, respeta su libertad y le deja salir de casa. Pero luego, tal vez porque le conoce bien, espera su vuelta, le ve de lejos, le sale al encuentro, le abraza y le prepara una gran fiesta. Es un buen retrato de Dios, el Padre que perdona. ¿Es así como nos portamos nosotros con los demás? ¿Somos tolerantes, capaces de perdonar?

 

El hijo pequeño es un inexperto y se lanza a la aventura. Tal vez cree que todo será fácil, como lo tenía en su casa desde niño. Y pasa lo que tenía que pasar: lo malgasta todo y queda en la desesperación. En vez de la libertad que deseaba, se encuentra con una situación de pérdida de su dignidad humana. Menos mal que es capaz de reflexionar y de ponerse en camino de vuelta. Reconociéndose culpable, prepara un “acto de contrición”, que luego su padre no le dejará terminar. Tiene suerte de que su padre sea como es.

 

Como nosotros, de tener un Dios rico en clemencia y en misericordia, que en esta Pascua nos espera también a nosotros, sobre todo en el sacramento de la reconciliación, para perdonarnos e invitarnos a su fiesta y darnos fuerza para la renovación de nuestra vida. También él nos ha respetado a nosotros la libertad y nos espera en nuestro camino de conversión y vuelta.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Qué imagen tenemos de Dios? ¿Cómo reaccionamos ante la actitud del padre para con el hijo menor? ¿Cuál es nuestra opinión acerca de la actitud del hijo mayor?

 

ORACIÓN: Padre bueno, que eres fuente inagotable de perdón y misericordia, danos la gracia de reconocer nuestro pecado y volver a tus brazos. Amén.

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