Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 26 DE 2022

PAN DE PALABRA SÁBADO.

 

PRIMERA LECTURA. De la profecía de Oseas 6, 1-6

Esto dice el Señor: “En su aflicción, mi pueblo me buscará y se dirán unos a otros: ‘Vengan, volvámonos al Señor; Él nos ha desgarrado y Él nos curará; Él nos ha herido y Él nos vendará. En dos días nos devolverá la vida, y al tercero, nos levantará y viviremos en su presencia. Esforcémonos por conocer al Señor; tan cierta como la aurora es su aparición y su juicio surge como la luz; bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia de primavera que empapa la tierra’. ¿Qué voy a hacer contigo, Efraín? ¿Qué voy a hacer contigo, Judá? Su amor es nube mañanera, es rocío matinal que se evapora. Por eso los he azotado por medio de los profetas y les he dado muerte con mis palabras. Porque yo quiero misericordia y no sacrificios, conocimiento de Dios, más que holocaustos”. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 50  –  R/. Misericordia quiero, no sacrificios, dice el Señor

  • Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos, y purifícame de mis pecados. R/.
  • Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.
  • Señor, por tu bondad, apiádate de Sion, edifica de nuevo sus murallas. Te agradarán entonces los sacrificios justos, ofrendas y holocaustos. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por buenos y despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias’. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: ‘Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador’. Pues bien, yo les aseguro que este bajó a su casa justificado y aquel no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Jesús pretende mostrar gráficamente la misericordia de Dios, que apareció visiblemente en él mismo, quien vino a salvar lo que estaba perdido. La compasión de Dios es precisamente el punto de apoyo del pecador publicano, mientras el fariseo cree no necesitarla porque le sobran sus méritos.

La lección de la parábola evangélica es que agrada más a Dios un pecador penitente que un orgulloso que se cree justo. Por eso el despreciable cobrador de impuestos, ladrón y estafador, alcanza la justificación de Dios, es decir, su salvación; y el fariseo intachable, no. Porque la salvación no es fruto de los méritos de nuestras buenas obras, sino pura gracia y favor de Dios, que por la fe nos hace hijos suyos en Cristo y en el Espíritu.

 

El fariseo y el publicano. Para el fariseo, Dios no es un padre misericordioso, sino un fiel contable que asienta en sus libros todos y cada uno de sus méritos, fruto de su esfuerzo y de su observancia legal. El publicano, en cambio, entiende mucho mejor al Dios santo y compasivo, ante quien todos somos pobres y pecadores.

 

Los prototipos contrapuestos del fariseo y del publicano, traducidos a términos actuales, quieren decir que somos fariseos cada vez que apelamos a nuestra buena conducta ante Dios para reclamarle su recompensa, para creernos mejores que los demás y despreciar a los nuevos “publicanos” de nuestra sociedad. Pobres de nosotros si rezáramos: Te doy gracias, Señor, porque no soy como esa gente. Así nos autoexcluiríamos de la misericordia de Dios, que solo alcanzaremos confesándonos pecadores y diciendo con sinceridad: Señor, yo no soy digno…

 

PARA REFLEXIONAR: ¿En qué punto se encuentra nuestra humildad? ¿Alimentamos en nosotros prejuicios que nos llevan a marginar y despreciar a los hermanos?

 

ORACIÓN: Oh Dios, que tu gracia y misericordia nos brinde siempre una oportunidad de conversión, porque crees en el hombre a pesar de todo. Amén.

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