Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 21 DE 2022

PAN DE PALABRA LUNES.

 

PRIMERA LECTURA. Del Segundo libro de los Reyes 5, 1-15a

En aquellos días, Naamán, el general del ejército de Siria, gozaba de la estima y del favor de su rey, pues por su medio había dado el Señor la victoria a Siria. Pero este gran guerrero era leproso. Sucedió que una banda de sirios, en una de sus correrías, trajo cautiva a una jovencita, que pasó luego al servicio de la mujer de Naamán. Ella le dijo a su señora: “Si mi señor fuera a ver al profeta que hay en Samaria, ciertamente él lo curaría de su lepra”. Entonces fue Naamán a contarle al rey, su señor: “Esto y esto dice la muchacha israelita”. El rey de Siria le respondió: “Anda, pues, que yo te daré una carta para el rey de Israel”. Naamán se puso en camino, llevando de regalo diez barras de plata, seis mil monedas de oro, diez vestidos nuevos y una carta para el rey de Israel que decía: “Al recibir esta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán, para que lo cures de la lepra”. Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras exclamando: “¿Soy yo acaso Dios, capaz de dar vida o muerte, para que este me pida que cure a un hombre de su lepra? Es evidente que lo que anda buscando es un pretexto para hacerme la guerra”. Cuando Eliseo, el hombre de Dios, se enteró de que el rey había rasgado sus vestiduras, le envió este recado: “¿Por qué rasgaste tus vestiduras? Envíamelo y sabrás que hay un profeta en Israel”. Llegó, pues, Naamán con sus caballos y su carroza, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. Este le mandó decir con un mensajero: “Ve y báñate siete veces en el río Jordán y tu carne quedará limpia”. Naamán se alejó enojado diciendo: “Yo había pensado que saldría en persona a mi encuentro y que, invocando el nombre del Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me curaría de la lepra. ¿Acaso los ríos de Damasco, como el Abaná y el Farfar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podría bañarme en ellos y quedar limpio?”. Dio media vuelta y ya se marchaba furioso, cuando sus criados se acercaron a él y le dijeron: “Padre mío, si el profeta te hubiera mandado una cosa muy difícil, ciertamente la habrías hecho; cuánto más, si solo te dijo que te bañaras y quedarías sano”. Entonces Naamán bajó, se bañó siete veces en el Jordán, como lo había dicho el hombre de Dios, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva a donde estaba el hombre de Dios y se le presentó, diciendo: “Ahora sé que no hay más Dios que el de Israel”. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 41  –  R/. Estoy sediento del Dios que da la vida.

  • Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
  • Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
  • Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada. R/.
  • Me acercaré al altar de Dios, al Dios de mi alegría; y te daré gracias al son de la cítara, Dios, Dios mío. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30

En aquel tiempo, Jesús llegó a Nazaret, entró a la sinagoga y dijo al pueblo: “Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, que era de Siria”. Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero Él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El evangelio de hoy, tomado de Lucas, muestra ya desde el principio el protagonismo del Espíritu en la persona, vida y ministerio apostólico de Jesús. Es el Espíritu quien interviene destacadamente en la encarnación y bautismo de Cristo y quien lo unge al comienzo de su actividad profética. Por eso en la sinagoga de Nazaret se autoaplica Jesús el texto del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista, para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor… Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”.

 

También nosotros, los cristianos, hemos sido ungidos por el Espíritu en el bautismo y la confirmación para testimoniar y secundar la misión liberadora de Cristo. El don del Espíritu no es tampoco monopolio de la jerarquía eclesiástica, como lo demuestran los textos paulinos sobre los carismas, entre los que el amor cristiano ostenta la primacía. Un mismo y único Espíritu es el que anima la vida de la Iglesia hacia dentro y hacia fuera en su proyección misionera.

 

Si no queremos dejar apagar el Espíritu de Jesús en nosotros y en nuestra comunidad, hemos de comprometernos a fondo perdido en la lucha por la liberación de los más pobres y débiles, según el programa de Cristo en la sinagoga de Nazaret. Pero hemos de hacerlo con el amor con que lo hacía Jesús. Pues no podemos implantar la justicia en las estructuras sociales sin estar nosotros mismos convertidos, es decir, sin el amor y la fuerza del Espíritu de Dios que nos libera interiormente.

 

Nos incumbe una ardua y hermosa tarea de conversión, oración, alabanza a Dios y amor a los hermanos. Ese fue el camino y el estilo de Jesús, y no hay otro que nos valga.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿De verdad nos sentimos elegidos por Dios para anunciar y difundir su salvación a todos los pueblos? ¿Cuál es nuestra actitud ante los profetas de hoy?

 

ORACIÓN: Sé tú, Señor, nuestro presente y nuestro futuro; así la desesperanza no dominará a los que creemos en ti. Mantennos firmes en la fe y en la fidelidad para que tus promesas se nos hagan realidad eterna. Amén.

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