PAN DE PALABRA SABADO
PRIMERA LECTURA. De la Primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 1-5
Hermanos: En el caso de Apolo y de mí aprendan aquello de “no saltarse el reglamento” y no se engrían en uno a costa del otro. A ver, ¿quién te hace tan importante? ¿Tienes algo que no hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a qué tanto orgullo, como si nadie te lo hubiera dado? Ya tienen todo lo que ansiaban, ya son ricos, han conseguido un reino sin nosotros. ¿Qué más quisiera yo? Así reinaríamos juntos. Por lo que veo, a nosotros, los apóstoles, Dios nos coloca los últimos; parecemos condenados a muerte, dados en espectáculo público para ángeles y hombres. Nosotros, unos necios por Cristo, ustedes, ¡qué sensatos en Cristo! Nosotros débiles, ustedes fuertes; ustedes célebres, nosotros despreciados; hasta ahora hemos pasado hambre y sed y falta de ropa; recibimos bofetadas, no tenemos domicilio, nos agotamos trabajando con nuestras propias manos; nos insultan, y les deseamos bendiciones; nos persiguen, y aguantamos; nos calumnian, y respondemos con buenos modos; nos tratan como a la basura del mundo, el desecho de la humanidad, y así hasta el día de hoy. No les escribo esto para avergonzarlos, sino para hacerles recapacitar, porque los quiero como a hijos; porque tendrán mil tutores en Cristo, pero padres no tienen muchos; por medio del Evangelio soy yo quien los ha engendrado para Cristo Jesús. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL. Del salmo 144 – R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
- El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/.
- Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. R/.
- Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás. R/.
EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 6, 1-5
Un sábado, Jesús atravesaba un sembrado; sus discípulos arrancaban espigas y, frotándolas con las manos, se comían el grano. Unos fariseos les preguntaron: “¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”. Jesús les replicó: “¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus hombres sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, tomó los panes presentados, que solo pueden comer los sacerdotes, comió él y les dio a sus compañeros”. Y añadió: “El Hijo del hombre es señor del sábado”. Palabra del Señor.
PARA MEDITAR: El domingo cristiano. El paso del sábado judío al domingo cristiano no se hizo de repente. Los primeros cristianos, aunque se reunían para la “fracción del pan”, en un principio observaron el sábado; pero poco a poco se fue relativizando su obligación hasta ser sustituido definitivamente por el día primero de la semana, el domingo, en que resucitó el Señor. Ese día se reunían para celebrar su cena y su resurrección. Así lo hace constar san Justino mártir en su Apología (año 150). El domingo cristiano no es, pues, una mera transposición del sábado judío. Pero el peligro que nos ronda a los cristianos, como a los fariseos del tiempo de Jesús, es el legalismo que ve en la santificación del día del Señor tan solo una obligación, y no una necesidad vital de expresar y compartir la fe en comunidad mediante el culto y la alabanza a Dios. Porque también para el cristiano el domingo o el fin-de-semana es un memorial de la liberación definitiva, gracias a la resurrección de Jesucristo en ese día como vencedor del pecado y de la muerte.
La celebración del fin-de-semana en cristiano supone una liberación Y una oportunidad. Liberados de la servidumbre del trabajo, podemos realizarnos humana y cristianamente, conviviendo con aquellos que amamos o que nos necesitan, fomentando la cultura y el ocio reparador y creativo y dedicando parte de nuestro tiempo al culto. Por desgracia, muchos entienden el descanso dominical como un cheque en blanco para el consumismo, el vicio y la orgía. Pero no se hizo el hombre para el fin-de-semana, sino el fin-de-semana para el hombre.
Ser católico no se reduce a ser “una persona que va a misa los domingos”, y deja desatendido el resto de los valores de la vida. La fe cristiana no sacraliza parcelas estancas y reductos de tiempo, sino que es fe para todo tiempo y lugar. Por eso el sentido cristiano del domingo no se agota en la celebración eucarística. Porque queda todavía el sector familiar, la comunidad cristiana, la oración, la caridad y la atención a enfermos, pobres y abandonados, además de todo el resto de la vida semanal con sus afanes.
PARA REFLEXIONAR: ¿Qué importancia le damos a las cosas materiales? ¿Nos apegamos con facilidad a normas, horarios, tradiciones que impiden el libre desarrollo de la persona?
ORACIÓN FINAL: Concédenos vivir nuestra fe en todo tiempo y lugar, para que, santificando tu día en el culto en la caridad, liberados de la servidumbre del trabajo y del pecado, podamos celebrar contigo tu eterno día de fiesta. Amén.