Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 17 DE 2023

PAN DE PALABRA VIERNES.

 

PRIMERA LECTURA. De la profecía de Oseas 14, 2-10

Esto dice el Señor: “Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomen sus promesas con ustedes, y vuelvan al Señor. Díganle: “Tú quitas toda falta, acepta el pacto. Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’ a la obra de nuestras manos. En ti el huérfano encuentra compasión”. “Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos. Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano. Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano. Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano. Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos? Yo soy quien le responde y lo vigila. Yo soy como un ciprés siempre verde, de mí procede tu fruto”. ¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas? Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos”. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 80  –  R.  Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.

  • Oigo un lenguaje desconocido: “Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta. Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.
  • Te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá. Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti; ¡ojalá me escuchases, Israel! R/.
  • No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué de la tierra de Egipto. R/.
  • ¡Ojalá me escuchase mi pueblo y caminase Israel por mi camino! Los alimentaría con flor de harina, los saciaría con miel silvestre”. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28b-34

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?”. Respondió Jesús: “El primero es: ‘Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser’. El segundo es este: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. No hay mandamiento mayor que estos”. El escriba replicó: “Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Amar a Dios y al prójimo vale más que todos los holocaustos y sacrificios; así concluyó el escriba su diálogo con Jesús. Afirmación que el Señor aprobó, “viendo que había respondido sensatamente”. El amor es más importante que la misma práctica cultual, porque es lo que le da valor. Necesitamos sinceridad y valentía para examinarnos del amor, que es lo central de la religión.

 

A nivel institucional, el cristianismo puede parecer externamente a los ojos de un observador superficial e incluso de algunos practicantes, como un conjunto religioso-moral más o menos recargado de normas y consejos evangélicos, mandamiento de Dios y de la Iglesia, leyes de moral, cánones de derecho eclesiástico a nivel diocesano y parroquial, así como constituciones y estatutos para los institutos de vida consagrada a Dios. Ver solamente esto es quedarse en la estructura, sin llegar a la vida que el Espíritu de Dios alienta en la Iglesia.

 

Por otra parte, a nivel de la existencia personal, familiar y social, cada uno de nosotros se siente, en mayor o menor medida, como piezas dispersas de un rompecabezas. Desorientados por la propaganda consumista que nos manipula como marionetas, atraídos como niños incautos por ideologías mesiánicas, solicitados por sentimientos y afectos contradictorios, esclavos de los pequeños ídolos y tiranos de la vida actual, tenemos más de una vez la sensación de vivir desintegrados en muchas piezas.

 

Ante tal dispersión de nuestros centros de interés, hemos de hacer un alto en el camino para preguntarnos sobre nuestra motivación religiosa fundamental, es decir, sobre la pieza clave para ensamblar el rompecabezas. Y esta no es otra que el amor indisoluble a Dios y al prójimo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, y a tu prójimo como a ti mismo”. He aquí lo que dará sentido, cohesión y valía a toda a toda nuestra vida.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Logramos descubrir en el hermano la presencia de Dios y en esa medida nos esforzamos por amarlo “sobre todas las cosas”?

 

ORACIÓN FINAL: Señor Jesús, que enseñaste que el mandamiento fundamental es el amor, concédenos la gracia de experimentar tu amor, para poderlo ofrecer a nuestros hermanos. Amén.

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