Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 09 DE 2022

PAN DE PALABRA MIÉRCOLES.

 

PRIMERA LECTURA. Del libro de Jonás 3, 1-10

En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”. Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”. Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Llegó la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros, mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto: “Que hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban; que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos”. Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 50  –  R/. A un corazón contrito, Señor, no lo desprecias.

  • Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R/.
  • Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R/.
  • Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto, no te agradaría. Un corazón contrito te presento y a un corazón contrito, tú nunca lo desprecias. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 11, 29-32

En aquel tiempo, la multitud se apiñaba alrededor de Jesús y este comenzó a decirles: “La gente de este tiempo es una gente perversa. Pide una señal, pero no se le dará más señal que la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para la gente de este tiempo. Cuando sean juzgados los hombres de este tiempo, la reina del sur se levantará el día del juicio para condenarlos, porque ella vino desde los últimos rincones de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada la gente de este tiempo, los hombres de Nínive se levantarán el día del juicio para condenarla, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El signo de Jonás. El lenguaje del evangelio de hoy es cortante. Jesús recrimina a los hombres de su generación su dureza de espíritu, que rehúye la conversión. Piden un signo para creer en el profeta de Nazaret, pero Él se remite al signo de Jonás, que el evangelista Lucas no concreta. Pero en el lugar paralelo de Mateo dice Jesús: “Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo; pues tres días y tres noches estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra”. He aquí la señal cumbre de Jesús: su resurrección de la muerte.

 

Lo que pretende Cristo es evidenciar el contraste entre la incredulidad de los judíos y la conversión radical de los habitantes de Nínive, capital de la pagana Asiria, que creyeron en la predicación de un profeta mediocre como fue Jonás. Así lo muestra la primera lectura. Pues aquí hay uno que es más que Jonás, argumenta Jesús, refiriéndose a sí mismo.

 

Junto con los ninivitas, la reina del sur, la reina de Saba, que vino de lejos a escuchar la sabiduría de Salomón, será también testigo de cargo contra los contemporáneos de Cristo, pues, a pesar de ser Él más grande que Salomón, no le hacen caso. Se creen muy seguros de sí mismos y de su condición de pueblo elegido, pero verán con sorpresa que Dios destina su salvación a las demás razas y naciones, pues se complace en perdonar a todo pecador que se convierte. Este es el mensaje central que, en parábola, contiene el libro y signo del profeta Jonás.

 

Una vez más, en esta Cuaresma la Palabra de Dios nos plantea la urgencia de la conversión ante los signos que Dios nos da de sí mismo. Si no acogemos hoy con ánimo contrito y corazón humilde la invitación de Dios, por medio de su signo personal que es Jesús, los habitantes de Nínive y la reina del sur podrían testificar contra nosotros. Mas para leer las señales de Dios hace falta una disposición de fe, porque Él no procede a base de milagros contundentes y publicitarios, como pedían los judíos. Dios no avasalla al hombre, sino que respeta su libertad. Él quiere un amor libre, y no el servilismo de esclavos abrumados por el poder de un milagro.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Sabemos leer e interpretar los signos de Dios en los acontecimientos de la historia y en las personas que encontramos a nuestro paso? ¿Respondemos a estos signos con una conversión sincera?

 

ORACIÓN: Danos, Señor, valentía para cambiar por dentro; danos un corazón nuevo para alabar tu nombre y manifestar en nuestra vida la resurrección de Cristo, sin avergonzarnos de su cruz ante el mundo. Amén.

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