Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA ENE 05 DE 2023

 

PAN DE PALABRA JUEVES

 

PRIMERA LECTURA. De la Primera carta del apóstol san Juan 3, 11-21

Queridos hermanos: Este es el mensaje que han oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran justas. No les sorprenda, hermanos, que el mundo los odie; nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y saben que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante Él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo. Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 99  –  R. Aclama al Señor, tierra entera.

  • Aclama al Señor, tierra entera, sirvan al Señor con alegría, entren en su presencia con vítores. R/.
  • Sepan que el Señor es Dios: que Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
  • Entren por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
  • El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Juan 1, 43-51

En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: “Sígueme”. Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: “Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret”. Natanael le replicó: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”. Felipe le contestó: “Ven y verás”. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de Él: “Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?”. Jesús le responde: “Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. Natanael respondió: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Jesús le contestó: “¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores”. Y le añadió: “En verdad, en verdad les digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre”.

Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El amor al prójimo es el resumen de todas las enseñanzas de Jesús en el evangelio. Es también, siguiendo la Carta de Juan, el fruto coherente de nuestra celebración de Navidad. Hubiera sido mucho más cómodo que la ley cristiana más característica fuera la oración, o la ofrenda de un sacrificio a Dios, en agradecimiento por el amor que nos ha mostrado. Pero el encargo de Jesús es el amor. Hubiera resultado mucho más tranquilizante que la Eucaristía terminara en el “pueden ir en paz”. Pero tiene una continuidad, que abarca el resto del día o de la semana. Porque el mismo que nos ha dicho “este pan es mi Cuerpo, tomen y coman”, nos ha dicho también: “Lo que hagan a uno de esos lo hacen a mí… estuve enfermo y me visitaron”.

 

Ya que al atardecer de la vida nos examinarán sobre el amor, vale la pena que nos adelantemos a este examen nosotros mismos, por ejemplo, sacando conclusiones de esta Navidad y en el comienzo de un nuevo año: ¿Amamos a los hermanos, hasta las últimas consecuencias, como Cristo, que dio su vida por los demás? ¿O, al contrario, los odiamos, y así puede aplicársenos a nosotros la acusación de homicidio, como a Caín? Hay tantas maneras de asesinar al hermano: también con nuestros juicios y condenas, con nuestras palabras y actitudes, con nuestros silencios y rencores.

 

Si no amamos, no solo de palabra sino de obra, ha sido vana nuestra fe. Han sido falsas nuestras fiestas. No hemos acogido al Hijo enviado por Dios. No podemos decir que creemos en Jesús, ni que nos mantenemos en comunión de vida con Dios.

 

Un momento de la Eucaristía que cada vez nos recuerda el mandamiento del amor fraterno es el gesto de la paz. Antes de ir juntos a recibir a Cristo, cada uno en unión con Él, se nos invita a que nos demos la paz unos a otros, es decir, que hagamos un gesto simbólico con los más cercanos de que queremos progresar en fraternidad, que acudimos a la mesa común con ánimo de reconciliación.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Aprovechamos la ocasión oportuna para transmitir nuestra fe, nuestra convicción, con palabras o con hechos, a tantas personas de buena voluntad que tal vez lo único que necesitan es una palabra de orientación o de ánimo o superar algún prejuicio?

 

ORACIÓN FINAL: Señor, ayúdanos a reconocer a tu Hijo para llevarlo, luego, sin ninguna duda a quienes lo buscan, para que permanezcan, por la fe, en su amor y consuelo. Amén.

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