Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA DIC 08 DE 2022

PAN DE PALABRA JUEVES, Inmaculada Concepción de la Virgen María.

 

PRIMERA LECTURA, Del libro del Génesis 3, 9-15.20

Después que Adán y Eva comieron del fruto prohibido, llamó el Señor Dios a Adán y le preguntó dónde estaba. Él contestó: “Te sentí venir por el jardín y me dio miedo, porque estoy desnudo. Por eso me escondí”. Dios le preguntó: “¿Y quién te dijo que estabas desnudo? ¿Será que comiste del fruto del árbol del que te prohibí comer?”. El hombre respondió: “La mujer que tú me diste para que me acompañara fue la que me dio de ese árbol, y yo comí”. El Señor Dios le preguntó a la mujer: “¿Qué fue lo que hiciste?”. La mujer respondió: “La serpiente me engañó, y comí”. Entonces le dijo el Señor Dios a la serpiente: “Por haber hecho esto, maldita serás entre todos los animales, domésticos y salvajes. Caminarás arrastrándote y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la de ella. La descendencia de la mujer te herirá en la cabeza, cuando tú la hieras en el talón”. El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los vivientes. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL, Salmo 97  –  R. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

  • Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.
  • El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: Jueves 8 • 200 • se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.
  • Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R/.

 

SEGUNDA LECTURA. De la Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-6.11-12

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales en los cielos. Porque ya antes de crear el mundo nos eligió en Cristo para que fuéramos santos e irreprochables ante Él por el amor. Ya entonces nos destinó a ser sus hijos, por medio de Jesucristo y con miras a Él. Así lo hizo porque lo tuvo a bien, y para gloria y alabanza del amor que nos mostró al entregarnos su querido Hijo. Por Cristo habíamos recibido el derecho a la herencia, según el plan de Dios, que todo lo prevé y lo realiza como a bien lo tiene, destinados como estábamos a esperar la venida del Mesías y a rendirle así gloria y alabanza. Palabra de Dios

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 1, 26-38

Cuando ya Isabel se encontraba en el sexto mes de su embarazo, envió Dios al ángel Gabriel a una población de Galilea llamada Nazaret, a donde una joven virgen que estaba comprometida para casarse con un hombre llamado José, descendiente de David. La joven se llamaba María. El ángel llegó a donde ella y le dijo: “¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!”. Ella se sorprendió al oír estas palabras y se puso a pensar qué significaría ese saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, que Dios ha tenido predilección por ti. Mira, vas a concebir y dar a luz un hijo varón y le pondrás el nombre de Jesús. Será grande, más aún, se le conocerá como Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su padre David, y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre, pues su reino no tendrá fin”. María le preguntó al ángel: “¿Cómo puede ser esto, siendo yo virgen?”. El ángel le respondió: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y quedarás a la sombra poderosa del Altísimo. Por eso, a tu hijo lo llamarán Santo e Hijo de Dios. Además, debes saber que tu parienta Isabel también ha concebido un hijo, a pesar de su vejez. Y ella, que decían que era estéril, ya está de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor. ¡Que se cumplan en mí tus palabras!”. Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Hoy leemos las consecuencias del primer pecado de la humanidad, que ha quedado “herida” y ha perdido el equilibrio y armonía iniciales. Es vivo y expresivo el diálogo: Adán echa la culpa a Eva; Eva, a la serpiente; y la serpiente recibe de Dios el “castigo” de tener que arrastrarse por tierra.

 

La escena de la anunciación a María, una de las más hermosas y significativas del evangelio, la leemos varias veces al año, pero siempre nos parece expresiva e interpelante para nosotros, en la historia de la salvación.

 

Esta iniciativa de Dios encuentra la respuesta de una humilde jovencita de Israel, que ha sido la elegida, la llena de gracia, que se muestra plenamente abierta a la Palabra y disponible para la misión encomendada, y que así, sin saberlo ella, se convierte en la representante de todas las personas que tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento han sabido responder “sí” a Dios: “Hágase en mí según tu Palabra”.

 

Al “sí” absoluto y gratuito de Dios a María, ella respondió con su “sí”, que también se puede decir que es el “sí” de todos nosotros. Aquí se empieza a dibujar el admirable retrato de esta humilde mujer que luego, a lo largo de su vida, seguirá contestando a Dios “sí”, “hágase en mí”, en otras circunstancias más difíciles. Su “sí” hace perfecto eco a la actitud de Cristo en su encarnación: “Vengo a hacer tu voluntad”. Hasta llegar a la escena cumbre de la Madre que se mantiene presente, recia, silenciosa, pero creyente, al pie de la cruz donde está muriendo injustamente su Hijo. Por eso se nos presenta como la mejor maestra para todos los que en la historia han dicho y siguen diciendo “sí” a Dios: personas que probablemente no lo veían todo claro, que pasaban por dificultades, pero se fiaron de Dios y dijeron con decisión, como María, “hágase en mí según tu Palabra”.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Ha terminado en Cristo para siempre la enemistad generada en los orígenes de la creación? ¿Expresamos con todo nuestro ser la alegría de habernos encontrado con Cristo y su salvación?

 

ORACIÓN FINAL: Señor, gracias por darnos a María como madre y modelo de nuestra vida. Contemplar su gozo, su actitud de acogida y aceptación, su humildad, nos motivan a exclamar con gozo: henos aquí Señor. Amén.

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