Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 09 DE 2023

PAN DE PALABRA JUEVES

PRIMERA LECTURA. Del libro de Jeremías 17, 5-10
Esto dice el Señor: “Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto. Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce? Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 1 – Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
• Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche. R/.
• Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto a su tiempo y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
• No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: “Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Y hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: ‘Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abrahán le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado. Y, además, entre nosotros y ustedes se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia ustedes no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros’. Él dijo: ‘Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento’. Abrahán le dice: ‘Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen’. Pero él le dijo: ‘No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán’. Abrahán le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto’”. Palabra del Señor

PARA MEDITAR: Desde nuestro bautismo, los cristianos hemos depositado toda nuestra confianza en Dios, con la certeza de encontrar en Él la fuente de la paz y de la bendición verdaderas; sin embargo, algunas veces nos extraviamos en actitudes de egoísmo o injusticia, nos dejamos llevar por sentimiento de envidia o violencia. Por eso, en este tiempo de Cuaresma, hacemos una revisión cuidadosa de nuestra vida y de nuestras actitudes, para volver al camino del bien que nos lleva a Dios.

Nuestro mundo, gobernado por las leyes del mercado y del neocapitalismo salvaje, privilegia a quienes “amasan una fortuna haciendo harina a los demás”; su principio de acción es el de “sálvese quien pueda”; es una propuesta de egoísmo disfrazada de invitaciones al éxito personal. En medio de semejante realidad, es más urgente que nunca la propuesta cristiana del amor al prójimo, de la opción preferencial por los pobres y sus derechos; de la solidaridad y el compromiso a favor de la justicia y la paz del mundo. Cada uno de nosotros debe ser signo de este modo cristiano de ser y actuar.

No es que Jesús condene las riquezas. Pero no son la finalidad de la vida. Además, están hechas para compartirlas. No podemos poner nuestra confianza en estos valores que el mundo ensalza. No son “los últimos”. Más bien a veces nos cierran el corazón y no nos dejan ver la necesidad de los demás. Y cuando nos damos cuenta ya es tarde.

¿Estamos apegados a “cosas”? ¿Tenemos tal instinto de posesión que nos cierra las entrañas y nos impide compartirlas con los demás? No se trata solo de riquezas económicas. Tenemos otros dones, tal vez en abundancia, que otros no tienen, de orden espiritual o cultural: ¿somos capaces de comunicarlos a otros? Hay campañas en ayuda de los países pobres, que nos deberían interpelar. Y hay también situaciones más cercanas y domésticas, en nuestra misma familia o comunidad, que piden que seamos más generosos con los demás.

PARA REFLEXIONAR: ¿Somos solidarios con nuestros hermanos? ¿Con qué actitudes acogemos el don de la salvación que el Señor nos ofrece?

ORACIÓN FINAL: Señor Jesús, ayúdanos a vencer el egoísmo y la indiferencia ante tantos hermanos que sufren a nuestro alrededor; que sepamos servir y amar como tú. Amén.

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