Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA MAR 01 DE 2022

PAN DE PALABRA MARTES.

 

PRIMERA LECTURA. De la Primera carta del apóstol san Pedro 1, 10-16

Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a ustedes. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el suyo. Y ahora se les anuncia por medio de predicadores que les han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estén interiormente preparados para la acción, controlándose bien, a la expectativa del don que les va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se amolden más a los deseos que tenían antes, en los días de su ignorancia. El que los llamó es santo; como Él, sean también ustedes santos en toda su conducta, porque dice la Escritura: “Serán santos, porque yo soy santo”. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 97  –  R/. El Señor da a conocer su victoria.

  • Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/.
  • El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/.
  • Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; griten, vitoreen, toquen. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús dijo: “Les aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones—, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: La invitación a seguir a Jesús en pobreza es una llamada suya a creer en las riquezas mayores de Dios. El seguidor de Cristo sabe de quién se fía, y su plena dependencia de Dios se verá colmada con creces por su generosidad que sobrepasa toda medida. Nos es muy necesaria, indispensable, la esperanza cristiana para entender que “lo mismo que Cristo realizó la obra de la redención en pobreza y persecución, la Iglesia está destinada a recorrer el mismo camino, a fin de comunicar a los hombres los frutos de la salvación”.

 

La pobreza evangélica que Jesús propone es una consigna liberadora para todos cuantos quieran seguirlo. La pobreza de espíritu y la pobreza efectiva son fe en acción y fuente de libertad. Fe, porque delatan que uno, fiado en Dios, no necesita seguros a todo riesgo; y libertad, porque sin equipaje y liberado de la seducción de la riqueza está uno más disponible para servir a Dios y abrirse a los hermanos.

 

Aunque Jesús descarta el culto al dinero y a la riqueza, no obstante, el esfuerzo por crear estructuras de participación en los bienes de la tierra mediante el desarrollo y la justicia es un compromiso de solidaridad y fraternidad humanas que brota de la fe cristiana. Desde siempre la doctrina de la Iglesia ha insistido en la proyección social de la propiedad privada y de la riqueza, en la comunicación de bienes y en lo que hoy se llama “caridad política”, es decir, un compromiso activo y operante, fruto del amor cristiano, en favor de un mundo más justo y más humano, con atención especial a las necesidades de los más pobres.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Somos conscientes de la recompensa que el Señor nos ofrece cuando somos fieles a la misión que nos ha encomendado?.

 

ORACIÓN: Alienta nuestra esperanza. Afianza nuestra fe y corona tu obra en nosotros para que, libres de la seducción de la riqueza, estemos disponibles para Dios y los hermanos. Amén.

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