Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA FEB 26 DE 2022

PAN DE PALABRA SÁBADO.

 

PRIMERA LECTURA. De la Carta del apóstol Santiago 5, 13-20

Queridos hermanos: ¿Sufre alguno de ustedes? Rece. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confiésense los pecados unos a otros, y recen unos por otros, para que se curen. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Hermanos míos, si alguno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo encamina, sepan que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 140  –  R/. Suba Señor, mi oración como incienso en tu presencia.

  • Señor, te estoy llamando, ven deprisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R/.
  • Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios. Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13–16

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: “Dejen que los niños se acerquen a mí: no se lo impidan; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: La escena evangélica de hoy, sin precisiones de tiempo y lugar, es una de las más bellas y sedantes del evangelio. En su arduo camino hacia la pasión y después del espinoso tema del divorcio (que veíamos ayer), viene este pasaje en que aparece Jesús asediado por los niños, mientras Él los abraza y los bendice imponiéndoles las manos. Los niños son una faceta de la vida de familia. Si del evangelio de ayer se concluía, entre otros puntos, la dignidad de la mujer, hoy se acentúa la de los niños. El episodio lo refieren los tres evangelistas sinópticos, pero solo Marcos muestra a Jesús abrazando a los niños y enfadándose con los discípulos porque los regañaban, impidiéndoles acercarse a Él.

 

Era costumbre presentar los niños a los rabinos para que los bendijeran imponiéndoles las manos, como dice Mateo; ese sentido tiene el “para que los tocara” que anota Marcos. Como los apóstoles trataban de alejar a los padres y niños para que no molestaran al maestro, Él les dice: “Dejen que los niños se acerquen a mí, no se lo impidan; de los que son como ellos es el Reino de Dios”. Más todavía, continúa diciendo Jesús: “Les aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él”.

 

Hacerse como niños. Hacerse niño ante Dios es volver a nacer porque, como decía Jesús a Nicodemo, el que no nazca de lo alto, del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Este Reino es don de Dios, iniciativa y oferta divina; por eso ha de recibirse como un regalo. Y la mejor disposición para recibir de Dios es la del niño que no tiene nada más que sus ojos abiertos y sus manos tendidas. Una vez aceptado el Reino, se entra en él. Aquí culmina la llamada “infancia espiritual”, actitud interior de la que en otro tiempo se abusó ascéticamente, confundiéndola con la ñoñería infantil. Nada más lejos de la conciencia cristiana de filiación, que es actitud madura y responsable ante Dios y los demás.

 

PARA REFLEXIONAR. ¿Ayudamos a los niños a encontrarse con Jesús? ¿Los valoramos y los colocamos como modelo para entrar en el Reino de Dios?.

 

ORACIÓN. Señor Jesús, en los niños descubrimos el rostro de la inocencia y el amor de Dios para la humanidad; Haz que nunca se apague de sus ojos la alegría de vivir. Amén.

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