Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA FEB 18 DE 2022

PAN DE PALABRA VIERNES.

 

PRIMERA LECTURA. De la Carta del apóstol Santiago 2, 14-24.26

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de ustedes les dice: “Dios los ampare; abríguense y llenen el estómago”, y no les dan lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe”. Tú crees que hay un solo Dios; muy bien, pero eso lo creen también los demonios, y los hace temblar. ¿Quieres enterarte, tonto, de que la fe sin obras es inútil? ¿No quedó justificado Abrahán, nuestro padre, por sus obras, por ofrecer a su hijo Isaac en el altar? Ya ves que la fe actuaba en sus obras, y que por las obras la fe llegó a su madurez. Así se cumplió lo que dice aquel pasaje de la Escritura: “Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.” Y en otro pasaje se le llama “amigo de Dios”. Ven que el hombre queda justificado por las obras, y no por la fe solo. Por lo tanto, lo mismo que un cuerpo sin espíritu es un cadáver, también la fe sin obras es un cadáver. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 111  –  R/. Dichoso quien ama de corazón los mandatos del Señor

  • Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. R/.
  • En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. R/
  • Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 8, 34–9, 1

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Miren, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿Y qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras, en esta generación descreída y malvada, también el Hijo del hombre se avergonzará de él, cuando venga con la gloria de su Padre entre los santos ángeles”. Y añadió: “Les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el Reino de Dios en toda su potencia”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El programa de Jesús no propone la renuncia, el sufrimiento y la ascesis por sí mismos. Todo eso, por sí solo, no tendría sentido positivo, sino negativo, hasta ser incluso masoquista. El valor se lo da el seguimiento de Cristo (“por mí, por mi causa”), es decir, su persona que encarna el modelo propuesto y el éxito final prometido. Caminando a su lado, Jesús nos quiere libres para amar, como Él, y nos anima a romper amarras, echar lastre por la borda, arriesgar y apostar para ganar.

 

Todo esto nos resultará siempre más o menos oscuro y paradójico, e incluso absurdo, mientras no lo veamos a la luz del ejemplo que Jesús mismo nos ofreció con su vida, su entrega y su amor a nosotros que le llevó a la muerte; y sobre todo, mientras no lo veamos desde la perspectiva de la vida nueva de su resurrección, de la que nos hace partícipes por este camino de autoliberación. Él nos precedió en el programa que nos presenta de opción radical por el Reino de Dios, entregando su vida para ganarla definitivamente.

 

El seguimiento que Cristo quiere hoy de sus discípulos, del creyente, de todo cristiano, es más que la fidelidad a la práctica religiosa, con ser esta importante. Más todavía, ese seguimiento supera la simple imitación de su estilo de vida y de sus gestos concretos, porque pide interiorizar y hacer nuestros sus criterios, actitudes y sentimientos; en una palabra, su amor generoso que crea vida mediante la muerte al egoísmo y por la renuncia al proyecto autónomo de una existencia sin Dios.

 

El hombre actual, cual niño caprichoso y mimado en la abundancia, no aprecia valores del espíritu como la renuncia y la ascesis. Pero asumir la cruz inevitable de la vida y practicar la abnegación, como condiciones del seguimiento de Cristo, no es atentado a la personalidad, sino liberación de nuestro yo mezquino para abrimos al autodominio y la entrega a los demás. Esto nos posibilita una mayor madurez y plenitud humanas, es decir, crecer como personas y como discípulos de Jesús. Él nos sugiere la liberación del autismo estéril, no la represión psicológica.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Hemos incorporado el misterio de la cruz en el desarrollo de nuestro proyecto personal de vida?

 

ORACIÓN: Ayúdanos Señor, a hacer nuestros tus criterios y actitudes, que por medio de tu palabra y ejemplo entendemos que la medida de nuestra libertad es la capacidad de amar. Amén.

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