Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA FEB 15 DE 2023

PAN DE PALABRA MIERCOLES.

 

PRIMERA LECTURA. Del libro del Génesis 8, 6-13.20-22

Pasados cuarenta días, Noé abrió la claraboya que había hecho en el arca y soltó el cuervo, que estuvo saliendo y retornando hasta que se secó el agua en la tierra. Después soltó la paloma, para ver si había menguado el agua sobre la superficie del suelo. Pero la paloma no encontró donde posarse y volvió al arca, porque todavía había agua sobre la superficie de toda la tierra. Él alargó su mano, la agarró y la metió consigo en el arca. Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca. Al atardecer, la paloma volvió con una hoja verde de olivo en el pico. Noé comprendió que el agua había menguado sobre la tierra. Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, que ya no volvió. El año seiscientos uno de la vida de Noé, el día primero del mes primero se secó el agua en la tierra. Noé abrió la claraboya del arca, miró y vio que la superficie del suelo estaba seca. Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar. El Señor olió el aroma que aplaca y se dijo: “No volveré a maldecir el suelo a causa del hombre, porque la tendencia del corazón humano es mala desde la juventud. No volveré a destruir a los vivientes como acabo de hacerlo. Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche”. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 115  –  R.  Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza.

  • ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor. R/.
  • Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. R/.
  • Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 8, 22-26

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a Betsaida. Y le trajeron a un ciego pidiéndole que lo tocase. Él lo sacó de la aldea, llevándolo de la mano, le untó saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: “¿Ves algo?”. Levantando los ojos dijo: “Veo hombres, me parecen árboles, pero andan”. Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad. Jesús lo mandó a casa diciéndole que no entrase en la aldea. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Ahora, a pesar de que algunas veces nos parezca que haría falta un nuevo diluvio para purificar al mundo de tanta corrupción y maldad. Sobre todo, porque en Cristo Jesús, mucho más plenamente que en Noé, se ha reconciliado la humanidad con Dios de una vez por todas y en el Arca de la Iglesia todos deberían encontrar un espacio de salvación y esperanza.

 

Tenemos que aprender del optimismo de Dios. A Dios le gusta mucho más salvar que castigar. Cuando castiga es como medicina y pedagogía para la conversión. Deberíamos saber dar una y otra vez un margen de confianza a los demás, a esta humanidad en la que vivimos, a esta Iglesia concreta que puede no gustarnos, a nuestra familia y comunidad, a cada uno de los que viven con nosotros y a nosotros mismos.

 

Después del pecado de Adán y Eva, Dios promete la salvación. Después del asesinato de Abel, Dios da otro hijo a Eva y deja la puerta abierta a la esperanza. Después del diluvio, sella un pacto de bendición para los hombres. ¿Es así de magnánimo nuestro corazón para con el mal que descubrimos en los demás? Dios sigue creyendo en el hombre. ¿Por qué nosotros negamos un margen de confianza a nuestros hermanos?

 

No tenemos que perder la paciencia ni con nosotros mismos ni con aquellos a los que estamos intentando ayudar en su maduración humana o en su camino de fe. No podemos exigir resultados instantáneos. Cristo tuvo paciencia con todos.

 

Este proceso nos recuerda también el itinerario sacramental: con el contacto, la imposición de manos y la unción, Cristo nos quiere comunicar su salvación por medio de su Iglesia. La pedagogía de los gestos simbólicos, unida a la palabra iluminadora, es la propia de los sacramentos cristianos en su comunicación de la vida divina.

 

PARA REFLEXIONAR: Al ciego, Jesús le impuso las manos dos veces antes de que viera bien. También los apóstoles al principio veían entre penumbras. Solo más tarde llegaron a la plenitud de la visión. ¿Tenemos paciencia nosotros con aquellos a los que queremos ayudar a ver?

 

ORACIÓN FINAL: Tócanos, Señor, y llévanos de la mano con cuidado. Ilumínanos con la luz de Cristo y de tu Espíritu, haciéndonos transparentes como Jesús, para obrar el bien y caminar como testigos de tu amor.

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