Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA ENE 13 DE 2023

 

PAN DE PALABRA VIERNES.

 

PRIMERA LECTURA. De la Carta a los Hebreos 4, 1-5.11

Hermanos: Temamos, no sea que, estando aún en vigor la promesa de entrar en su descanso, alguno de ustedes crea haber perdido la oportunidad. También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos; pero el mensaje que oyeron no les sirvió de nada a quienes no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado. Así pues, los creyentes entremos en el descanso, de acuerdo’ con lo dicho: “He jurado en mi cólera que no entrarán en mi descanso”, y eso que sus obras estaban terminadas desde la creación del mundo. Acerca del día séptimo se dijo: “Y descansó Dios el día séptimo de todo el trabajo que había hecho”. En nuestro pasaje añade: “No entrarán en mi descanso”. Empeñémonos, por tanto, en entrar en aquel descanso, para que nadie caiga, imitando aquella desobediencia. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 77  –  R. ¡No olviden las acciones de Dios!

  • Lo que oímos y aprendimos, lo que nuestros padres nos contaron, lo contaremos a la futura generación: las alabanzas del Señor, su poder. R/.
  • Que surjan y lo cuenten a sus hijos, para que pongan en Dios su confianza y no olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos. R/.
  • Para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz; generación de corazón inconstante, de espíritu infiel a Dios. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12

Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Jesús les predicaba la Palabra. Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro y, como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde Él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus’ adentros: “¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo uno, Dios?”. Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo: “¿Por qué piensan eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, coge la camilla y echa a andar’? Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados –dice al paralítico–: ‘A ti te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa’”. Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “Nunca hemos visto una cosa igual”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Cada uno de nosotros es invitado hoy a perseverar en la fidelidad, para merecer ese descanso último y perpetuo, el que nos prepara Dios. El del domingo último, ¡el domingo sin lunes! Caminamos hacia delante. El reposo está en el Reino que Cristo nos prepara. El reposo está en Dios. Mejor: nuestro reposo es Dios. Pero somos conscientes de que sentimos las mismas tentaciones de distracción y desconfianza y hasta de rebeldía. Como los israelitas merecieron el castigo, también nosotros podemos, por desgracia, desperdiciar la gracia que Dios nos ofrece: “También nosotros hemos recibido la buena noticia, igual que ellos: pero de nada les sirvió porque no se adhirieron por la fe a los que lo habían escuchado”.

 

Los creyentes sí entraron en el descanso. Los incrédulos y rebeldes, no. ¿Nos sentimos acaso nosotros asegurados contra el fracaso y la posibilidad de desperdiciar la gracia de Dios? Cuando rezamos este salmo: “No olviden las acciones de Dios, sino que guarden sus mandamientos, para que no imiten a sus padres, generación rebelde y pertinaz”, ¿lo aplicamos fácilmente a los judíos, o nos sentimos amonestados nosotros mismos ahora?

 

Lo primero que tendríamos que aplicarnos es la iniciativa de los que llevaron al enfermo ante Jesús. ¿A quién ayudamos nosotros? ¿A quién llevamos para que se encuentre con Jesús y lo libere de su enfermedad, sea cual sea? ¿O nos desentendemos, con la excusa de que no es nuestro problema, o que es difícil de resolver? Además, nos tenemos que alegrar de que también a nosotros Cristo nos quiere curar de todos nuestros males, sobre todo del pecado, que está en la raíz de todo mal. La afirmación categórica de que “el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados” tiene ahora su continuidad y su expresión sacramental en el sacramento de la Reconciliación.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Dejamos que el egoísmo, el odio, la pereza y el orgullo nos paralicen en nuestro camino de fe?

 

ORACIÓN FINAL: Señor, tú nos has dicho que cualquier cosa que te pidamos, en nombre de tu Hijo, nos será concedido; te pedimos que nos des un corazón solidario para salir al encuentro de los hermanos más necesitados. Amén.

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