Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA DIC 12 DE 2022

PAN DE PALABRA LUNES, NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

 

PRIMERA LECTURA. Del libro de Sirácida 24, 23-31

Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Vengan a mí, ustedes, los que me aman y aliméntense de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales. Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna. Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL. Salmo 66  –  R. Que te alaben, Señor, todos los pueblos.

  • El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/.
  • Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
  • Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe. R/.

 

EVANGELIO. Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-48a

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: El texto evangélico nos muestra que también nosotros participamos de la bendición dada a María por parte de Isabel desde el momento en que su presencia, y la de su fruto bendito llevado en su seno, hizo saltar a su hijo en su vientre. Cada creyente en Cristo está llamado a evocar con toda su persona la presencia del Dios misericordioso, a convocar a otros y hacerlos partícipes de su experiencia personal de encuentro con Cristo. Cuánto más si la que invita es María, la Madre de Dios, la mujer de la escucha silenciosa y atenta de la Palabra, la que engendra en su propio seno y entrega al Hijo único de Dios hecho carne.

 

Dirigir nuestra mirada hacia María nos obliga a contemplar en ella el modelo fiel y acabado de un discípulo de Jesús. Junto con ella estamos llamados, en primer lugar, a la escucha atenta de la Palabra, para comunicar a los otros, sabiéndonos portadores de esta presencia, y, en segundo lugar, llevar a los que nos rodean a hacerse partícipes de la bendición que nosotros mismos hemos recibido. Debemos ser testigos, en medio de un mundo que hace todo lo posible por alejarse a Dios, de una presencia que transforma y que, sobre todo, sigue siendo bendición para todos los que con fe la acogen. No tengamos miedo de ser portadores de bendición, de la belleza del encuentro con Cristo y su misterio.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Ayudamos a los otros a acercarse al Dios de la revelación por medio de nuestra experiencia de alegría y amor? ¿Reconocemos en Jesús al Hijo único y amado del Padre, su enviado?

 

 

ORACIÓN FINAL: Mi alma te glorifica, Señor, y mi espíritu se llena de júbilo en ti mi Salvador, porque te has fijado en la humildad de tu siervo, a quien llamas a participar de tu gloria. Amén.

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