Niño Jesús de Praga, Palabra del día

PAN DE LA PALABRA NOV 21 DE 2022

PAN DE PALABRA LUNES, PRESENTACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

 

PRIMERA LECTURA, Del libro de Zacarías 2, 14-17

Grita de gozo y regocíjate, hija de Sion, pues vengo a habitar en medio de ti –oráculo del Señor–. Aquel día se unirán al Señor muchos pueblos, y serán pueblo mío. Habitaré en medio de ti, y comprenderás que el Señor de los ejércitos me ha enviado a ti. El Señor tomará posesión de Judá sobre la Tierra Santa y elegirá de nuevo a Jerusalén. ¡Silencio, toda carne, delante del Señor, cuando Él se levanta en su santa Morada! Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL, Lucas 1

  1. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
  • Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador. R/.
  • Porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. R/.
  • Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón. R/.
  • Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. R/.
  • Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. R/.

 

EVANGELIO, Del santo Evangelio según san Mateo 12, 46-50

En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: “Oye, tu madre y tus hermanos, están fuera y quieren hablar contigo”. Pero él contestó al que le avisaba: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y, señalando con la mano a los discípulos, dijo: “Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”. Palabra del Señor.

 

PARA MEDITAR: Para Jesús el dinero y la riqueza son una espada de doble filo. El dinero y los bienes son necesarios para vivir, es cierto; pero no son la fuente de la vida ni está en ellos la clave y el secreto de ser persona. Solo el que ama y vive en solidaridad y apertura a los demás, dándose a Dios y al hermano, tiene vida auténtica y es feliz porque entiende la vida con sabiduría. El sinsentido de la vida hace su aparición cuando el hombre y la mujer se cierran a Dios y al prójimo; pues, sin relación a estos valores perennes, los bienes y las cosas carecen de referencia que les dé un valor que en sí mismos no poseen para la felicidad humana, como lo demuestra sobradamente la experiencia.

 

Si no, ¿por qué hay ricos infelices? ¿Por qué el índice de suicidios es más alto precisamente en los países más ricos y entre las clases más pudientes? La incomunicación con Dios y los demás, la soledad del egoísmo insolidario, el ser rico solo para sí sin compartir con los otros crea desequilibrios muy lamentables en las personas. Solamente en amar a Dios y a los hermanos están la vida y la plenitud humana. En las bienaventuranzas, especialmente en la de la pobreza, nos señaló Jesús un camino de liberación y felicidad, aunque en clave paradójica.

 

El evangelio es luz y respuesta para los problemas diarios. Y uno de ellos es la pobreza y la riqueza, que tienen nombres concretos y responden a situaciones lacerantes: hambre y paro, explotación y subdesarrollo, marginación, incultura y carencia de derechos la primera; y poder, influencia, dominio, lujo, confort, abultadas cuentas bancarias, sabrosos dividendos, múltiples casas, coche último modelo, joyas deslumbrantes y viajes de placer la segunda.

 

PARA REFLEXIONAR: ¿Sabemos en qué consiste nuestra presentación, la ofrenda de nuestra vida al Señor? ¿Como María, nos comprometemos en todo a cumplir la voluntad del Padre?

 

ORACIÓN FINAL: Señor, enséñanos a conjugar los verbos dar y compartir, para entregar a los demás amor y servicio, respeto y sonrisa, amistad y tiempo, vida y pan; pues en darnos a ti y a los hermanos descubriremos la sabiduría de la vida y el secreto de la felicidad. Amén.

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