Cada 16 de julio los fieles devotos católicos celebran la memoria de la Virgen del Carmen, también conocida como Nuestra Señora del Carmen o Santa María del Monte Carmelo, una de las advocaciones marianas más universales.
María, auxilio en la hora final
El 16 de julio de 1251, San Simón Stock, superior de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (carmelitas) se encontraba en oración, pidiendo a Dios por sus hermanos perseguidos. De pronto, la Virgen María se le apareció.
Nuestra Señora se presentó vestida con el hábito de la Orden y, dirigiéndose al santo, le extendió la mano para entregarle el escapulario carmelita. La Virgen, entonces, le prometió que libraría del castigo eterno a todo aquel que lo llevase puesto.
Esto ocurrió en Aylesford (Inglaterra) y marcó el inicio de esta hermosa devoción a la “Reina y Señora del Monte Carmelo”, piedad que ha ido floreciendo y extendiéndose con abundantes frutos de santidad.
El escapulario
El escapulario de la Virgen del Carmen recibió reconocimiento oficial del Papa en 1587 y ha sido respaldado posteriormente por numerosos pontífices a lo largo de los siglos.
Gracias a la fuerza simbólica que tiene el escapulario para evocar la promesa hecha por la Virgen, la Orden carmelita y sus obras han venido recibiendo un enorme impulso apostólico: hoy los carmelitas -tanto hombres como mujeres- tienen presencia en todo el mundo.
El escapulario es, además, un símbolo del encuentro entre la Antigua y la Nueva Alianza, entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
El monte Carmelo
Fue en el monte Carmelo, ubicado cerca de Jerusalén, donde los profetas Elías y Eliseo se establecieron para vivir dedicados a la oración. Y fue en ese mismo monte donde, a mediados del s. XII d.C., San Bartolo construyó la ermita que congregaría a decenas de sacerdotes latinos quienes empezaron a vivir como eremitas.
El nombre “Carmelo” proviene del hebreo Karm-El que quiere decir ‘jardín’ o ‘viña de Dios’.
Los carmelitas
En 1205, San Alberto, patriarca de Jerusalén, entregó a los eremitas del Carmelo una regla de vida, que sería aprobada posteriormente por el Papa Honorio III en 1226. Los carmelitas, de acuerdo a dicha regla, debían vivir a la manera de Elías y de María Santísima.
En el siglo XIII, el Papa Inocencio IV concedió a los carmelitas el privilegio de ser incluidos entre las órdenes mendicantes junto a franciscanos y dominicos. Eso significó un cambio muy grande para la Orden, que, por lo demás, sería reformada siglos más tarde por Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz (s. XVI).
Devoción
Es imposible enumerar los lugares dedicados a Nuestra Señora del Carmen o sus patronazgos. Solo por mencionar a España, es patrona de los marineros y pescadores, así como de la Armada Española. Las ciudades que celebran su fiesta en ese país son incontables.
En América sucede algo similar en casi todos los países de habla hispana: Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú, Paraguay, Uruguay o Venezuela. Sin duda el impacto de la espiritualidad carmelita ha convocado, y sigue convocando hoy, a millones de personas a amar y pedir la protección de la Virgen del Carmen.
¡Nuestra Señora del Carmen, ruega por nosotros!